Aburrimiento Internacional

(Europa, un día de la Navidad)

Pasar el día saltando de un aeropuerto a otro, en ocasiones, no manifiesta esnobismo; sólo es que hay vuelos baratísimos que parecen autobuses de línea: por el mismo precio haces escala en media Europa y gastas las 24 horas de un día en el intento. Luego, con el tiempo, cabe encontrarse una tarjeta de embarque manoseada donde la tinta prensó recuerdos evocadores:

“3.00 am. En frente un señor ronca a pierna suelta. No se corta. Debería estar prohibido gritar con las vías respiratorias de ese modo. Su mujer mira con cara de que-se-le-va-a-hacer-hija; ella no descansa en brazos de Morfeo. Chequea las pertenencias y vuelve a sumirse en dulces pensamientos. Parecen de tierra de nadie. Mc Donals, como siempre 24 horas para servirle, les desea una Feliz Navidad ha puesto en su puerta un Papá Noel con forma de hucha pidiendo una caridad para los necesitados. Se echaba de menos un móvil pero ¡sonó!. Es del obrero que repara las cintas de facturación. Mientras duermo, cada noche, hay gente que trabaja. Todas las noches. Y yo nunca me había dado cuenta.

Dos horas más. Bruselas. El Euro avanza con pasos de gigante (¿Seremos más felices?: ¡Ja!). Las Spice Girls sustituyen al villancico: Navidades con marcha. A veces los aeropuertos apestan a despedida. Quisiera ser aire acondicionado un rato: husmear las maletas, ver con qué viaja la gente, qué es esencial para cada uno. Haría eco a los holas y arrastraría todos los adioses al tubo de reciclaje. Recogería palabras de mil idiomas y formaría una colección de sonidos, vería cómo andan los ángeles… Soñar es gratis ¿no?

tgcabiedes-internacionalTres horas más (o menos). No sé en qué hora vivo, pero el mundo desde el aire es precioso. La luz refulge pura, parida en las entrañas mismas de la tierra, virgen, no ha rozado el asfalto aún. ¿Se alquilan nubes para pasar el weekend? Este aeropuerto tiene algo nuevo: “Capilla polireligiosa te recibe”. Un cartel pide oraciones por alguien que murió ayer. Rezar también es gratis. Dios, ¿Tú ves la tierra como los hombres cuando vamos en avión? (toda una eternidad por delante para descubrirlo). Me termino el cuento de Salinger: otro que supo escudriñar el mundo, y con estilo.

Cinco horas y pico más. Prueba del Chupa-Chus: positivo. Lo metí en el maletón al comienzo de la hazaña para ver si resistía. Pasó felizmente la caída libre de las cintas transportadoras. Y los trompicones. Sigue redondo, comestible… ¡Adentro! Incertidumbre divertida: nunca sabes si te esperan. Descanso de la publicidad: ¡sobrecarga la retina!. Y ‘Fin’ de la novela. No te rías al releer esto; no en vano lo escribió tu mano (rima)”.

Se entiende que mi madre dijera que la gente aburrida es un peligro, porque mata el tiempo al precio que sea. Aunque puede que ella también me explicase que los segundos apresados en tinta se multiplican: ¡inmortales!

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